Utopía e Ilusión
Descartes sostenía en el discurso del método que era preciso rechazar como absolutamente falso todo aquello en que se pudiera imaginar la menor duda, esta afirmación , llevada al extremo puede dar lugar a justificaciones de posiciones radicales o puede permitirnos entender algunas posturas interesantes, hagamos lo segundo y dejemos el primer caso para una discusión posterior.
Hemos crecido en una cultura que nos ha moldeado con sus valores y antivalores, que despacio nos inculcó las pautas para ser un buen ciudadano o un individuo funcional para la sociedad. No obstante para una gran parte de la población la concepción de la existencia no se puede resumir en unas pautas tan elementales, necesariamente hay algo más, nuestra conducta colectiva e individual se nutre con otros elementos que muchas veces escapan a visiones puntuales o superficiales.
Tomemos como ejemplo de valor y objeto de consecución, a la patria y al bienestar individual en el héroe contemporáneo para observar su relación:
Es posible observar periódicamente que alguna gloria del deporte muera en el más completo olvido, años después de haber ganado en nombre del país títulos o preseas en competencias internacionales, y también es posible ver periódicamente a los aficionados a determinados deportes cuestionar a los venezolanos que prefieren hacer carrera en el extranjero. Ambas situaciones guardan obviamente una relación entre sí, pero de ella es trascendente resaltar que en el caso de los venezolanos que hacen carrera en el exterior el bienestar personal está por encima de los valores tradicionalmente considerados ligados a la patria.
La sociedad norteamericana ha tenido que encarar en los últimos años a los hombres que fueron enviados a Vietnam, éstos no comprenden la razón de su guerra y el concepto de patria se les diluye al ver el producto de sus acciones y entonces cuestionan tal concepto. También en este caso, pero debido a otro tipo de razones, el bienestar personal se ha colocado por encima de los intereses de la patria.
Al héroe como deportista lo hemos exaltado. Durante su momento de mayor apogeo, durante el tiempo en que han brillado sus medallas y condecoraciones, pero cuando la fortaleza propia de la juventud o las lesiones recibidas obligan al retiro, el nombre y la imagen se disuelven y sucede que entonces leemos acerca de la muerte de un deportista olvidado cuyas hazañas se remontan décadas atrás, o sucede que un grupo de personas se han dado cuenta que el concepto de patria no les llena y se ha lanzado a la violencia contra la sociedad que les enseñó el valor de la patria.
Pero la sociedad que enseña el amor y el sacrificio por la patria no hace algo por asegurarle a sus pupilos un bienestar por el que valga la pena luchar o esperar. Esta conducta de parte de la sociedad y las masa es la que provoca en el deportista novel pero visionario el deseo de un retiro prematuro, el anhelo de asegurar un final no de gloria sino de tranquilidad cuando la suma de las lesiones se tal que impidan el ejercicio del deporte. Bajo este punto de vista es razonable que los valores nacionales no sólo del deporte sino de las artes y las ciencias permanezcan en el extranjero amasando el capital que les asegure el retiro digno que se merecen, y es entonces cuando se vienen abajo todos los argumentos que se refieren a la nacionalidad y a la patria.
¿Qué le da el fanático y qué el estado al deportista o al científico al que critican su permanencia en el extranjero?, ¿asegura ello su porvenir?, ¿le permitirá una vida digna de su talento? en este momento el hombre como Descartes aplica la duda a todo lo que ha aprendido se cuestiona la patria y el trabajo y lo que resulta de ello es una guerra de valores y de objetos de consecución.
En éstos casos, la patria es una ilusión bella que se sostiene, pero el extranjero y el bienestar económico constituyen la realidad con la que se deben enfrentar y que debe ser construida a los fines de asegurar el bienestar personal y lamentablemente ambas no coinciden. La patria es una ilusión si su defensa o el trabajo que se le prodiga no asegura un bienestar en retribución. El ideal colectivo de bienestar y felicidad, esa lucha que en algún momento todos quisimos pelear es la utopía, el objetivo difícil de alcanzar que bien mantenido y encauzado pudiera dar lugar a una mejor sociedad, pero cuando muere esta utopía nace la ilusión y entonces lo que vale es el bienestar personal y entonces comienzan la fuga y el trabajo para el propio pecunio y bienestar.
Entonces el espejo que reflejaba nuestra sociedad se rompe y el esfuerzo de cada uno se dirige a un objetivo distinto y no hay una dirección común de marcha.